Señor: Aquí está mi mente en este día, llénala de
tu luz.
Aquí está mi alma, llénala con tu presencia para
siempre.
Hoy te presento mis asuntos personales y mi
familia, bendícelos.
Ayúdame a recordar oh Padre, que no existe mayor
poder que el tuyo.
Ayúdame Señor a serte fiel en todas las horas de
este día, y siempre.
Ayúdame a recordar que soy un discípulo tuyo y por
lo tanto, debo representarte dignamente en todo cuanto digo, pienso y hago.
Ayúdame a reconocerte en todas las situaciones de
la vida, aún en medio de la furia huracanada del vendaval, y los duros golpes
de la adversidad.
Ayúdame oh Señor a recordar que tú puedes convertir
el mal en Bien, la derrota en Victoria, y el fracaso en Gigantesco Triunfo para
la Gloria y la honra de tu Santo Nombre.
Y por último Padre: Enséñame a usar correctamente
el arma proponente que me diste, o sea, LA FE. Enséñame a confiar en tí,
siguiendo por el sendero ascendente de la santificación, sabiendo que no
importa el camino por el que tenga que transitar, ya sea pavimentado con rosas
o con espinas, si tú a mi lado estás mi triunfo estará asegurado. Y por ello,
un día muy pronto moraré con los redimidos por toda la eternidad.
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